“El Embalse”: Entre el lamento y la redención

El segundo disco de Nicolicio profundiza en la introspección, mezclando post-rock, emo y arreglos orquestales para crear una obra que duele, pero también libera.

El mundo paralelo que propone Nicolicio en “El Embalse” no se ve tan lejano del nuestro, aún bajo toda esa aura que proyecta, parece que habla de la forma más cercana que podemos sobre las luchas internas.

Después de haber estrenado su LP titulado “Bildungsroman”, regresa con su segundo disco de estudio bautizado como “El Embalse”, una muestra de nueve canciones y 43 minutos, que podríamos etiquetar entre el emo y el post-rock, con elementos orquestales que terminan de darle un sello propio al artista.

El Embalse” rebosa de un lamento y crudeza, que escarba en lo más hondo de las cavilaciones humanas, dando paso a reflexiones introspectivas sobre el yo frente al resto.

La voz del proyecto sigue destacando por esa mezcla dispar entre solemnidad y tragedia, sumada a una propuesta instrumental que te atrapa del minuto uno, incluso dando un pie para abrir paso a lo que es todo el disco.

Este es el mejor tipo de experiencia, porque con la primera canción te haces una idea de por dónde van los tiros. Si te encanta, que fue mi caso, tienes a tu haber una obra completa que circula tanto por la misma estética y temática.

Es un disfrute/dolor que encontramos en la empatía de la otredad, de identificarse, de verse no tan solo, aunque yacemos en una soledad que parece lejana al resto de nuestros pares.

Un sitio eriazo, el fondo de una represa, lo más profundo de nuestros pensamientos. La propuesta de Nicolicio, que avanza muchos pasos más adelante que su LP anterior, que ya era una excelente obra, da cuenta de cómo cristalizar la palabra y el sentimiento con la música, puede aflorar una muestra bella.

En un campo de batalla de sentimientos y resquemores, “El Embalse” sale a florecer entre todo este caos, crudo y pesado, pero a la vez liberador.

Los arreglos instrumentales, tanto con percusión, guitarra e instrumentos de viento, terminan dando forma a un imaginario que el artista deja plasmado en la portada y fotos de promoción del LP.

Con pequeños puentes, la lírica de reconocer la derrota a la vez de reconocerte como ser sintiente, dando vueltas, una lucha constante contra uno mismo.

¿Si somos el enemigo, quién puede estar de nuestra parte? Creo que estas obras, más allá de alimentar un pesimismo frente a la vida, son una prueba de que el primer gran paso del cambio y aceptación viene de uno mismo. Más allá de buscar una media naranja que nos complemente o un grupo donde encajar, el personaje que nos embarca en “El Embalse” inspira una odisea personal.

Si el perdón no viene de nosotros mismos, no es posible comenzar a sanar y crecer. Crecer por uno mismo, que ese paso a paso hacia adelante se vea reflejado en nosotros y termine por contagiar esa superación en tus cercanos y queridos.

Se puede extraer tanto de este disco, podría seguir horas, pero creo que quiero destacar este punto ya expuesto en estas palabras. La música es terapéutica y nos une en sentimientos que sobrepasan las fronteras y distancias.

Nada más qué decir, un proyecto ambicioso en estética, sonido y lírica, y que cumple a todos esos niveles con creces. Escúchate “El Embalse”.


Deja un comentario