Entre distorsión, vulnerabilidad y ruido sanador, la banda temuquense presenta un disco donde el arrepentimiento, la nostalgia y la aceptación conviven en un viaje emocional.
Hay discos que se sienten como un recuerdo que duele un poco. Como mirar hacia atrás y recién entonces entender qué pasó. “Carne”, el nuevo álbum de Todos Mis Amigos Están Tristes, busca pertenecer a ese territorio frágil donde la música se vuelve espejo y, a veces, refugio.
Compuesto por ideas que comenzaron a tomar forma en 2020 y que hoy finalmente encuentran su versión definitiva, el disco captura la evolución sonora y personal del cuarteto formado en Temuco: Antonio Quintana, Baltazar Cueto, Rafael Massa y Ariel Matteoda.
Lo que partió como un grupo de amigos tocando por diversión terminó convirtiéndose en un proyecto con identidad propia, sostenido por guitarras distorsionadas, atmósferas densas y una vulnerabilidad que se deja ver sin pudor.
Musicalmente, “Carne” dialoga con el noise pop y el rock alternativo, con influencias que van desde The Smashing Pumpkins hasta Car Seat Headrest y Dinosaur Jr, construyendo un sonido de emoción, texturas y melodías que se mueven entre el impulso y la introspección.
El disco traza un recorrido: comienza con energía y cierta urgencia juvenil, pero poco a poco se adentra en lugares más íntimos, el cansancio, la presión por cumplir expectativas, la sensación de que incluso avanzando hay cosas que no terminan de resolverse.
“Es nostalgia y aceptación. Es un retrato de algo que ya fue, de lo lindo y lo malo que uno solo puede entender cuando mira hacia atrás”, dice la banda, consciente de que crecer no siempre trae respuestas, pero sí nuevas preguntas.
Grabado entre julio de 2024 y agosto de 2025, “Carne” es también el resultado de un proceso largo, insistente y profundamente honesto.
Un álbum sostenido por la amistad, la convicción artística y la necesidad de hacer algo que se sintiera verdadero, más allá de la incertidumbre.

Deja un comentario