El EP debut de la artista construye un relato íntimo sobre la identidad, la voz y el reencuentro con uno mismo, entre la calma y la tormenta.
Desde Valparaíso, una nueva voz emerge entre la nostalgia y la experimentación. Cristina Soffía presenta «Niña de Mar«, su primer EP, una obra que recorre paisajes emocionales y sonoros guiados por el símbolo que la acompaña desde siempre: el mar.
“Nací en Viña del Mar y crecí en Valparaíso, por lo que si hay un elemento que para mí signifique pertenencia, es el mar”, cuenta la compositora.
“Elegí ese título porque quería construir desde un lugar familiar, pensando que era lo primero que compartiría con el mundo musicalmente hablando. Las canciones del EP pasan por calma y tormenta, y las cuerdas son las olas que van de un lado a otro con libertad”.
El disco, resultado de un proceso de dos años, se convierte en un punto de inflexión dentro de su vida personal y artística.
“Lo considero uno de los grandes logros de mi vida hasta ahora. Tener una obra que habita el mismo mundo que tú es una forma de sentir que eres capaz de seguir”, explica. El proceso, además, le permitió reconciliarse con su voz, un camino marcado por la exploración, el ensayo y el error.
En lo sonoro, «Niña de Mar» propone una fusión entre el pop y las raíces latinoamericanas, con guiños a lo folk, lo urbano y lo poético.
La artista menciona influencias tan diversas como Gepe, Rosalía, Denise Rosenthal, Cami, Violeta Parra, Gustavo Cerati y Jorge Drexler, entre otros. “Siempre me ha encantado la idea de fusionar estilos de raíz con recursos urbanos. Me interesa mantener ese diálogo entre lo tradicional y lo contemporáneo”, comenta.
A través de canciones que navegan entre la introspección y la luminosidad, «Niña de Mar» se convierte en un manifiesto sobre crecer, reconocerse y resistir.
“El EP es una especie de testimonio de lo que hiciste con tu tiempo, de a quiénes elegiste para hacer el recorrido contigo, de lo que aprendiste y sentiste en el camino”, dice, como si resumiera su propia carta de navegación.
Aunque el disco marca un cierre, también abre una nueva etapa. La artista ya trabaja en un futuro LP, con el que espera expandirse hacia nuevos sonidos y estilos latinoamericanos.
Paralelamente, desarrolla La Fogata, un proyecto colaborativo que busca generar comunidad entre músicos emergentes.
“Nunca he dejado de componer, y me emociona pensar en lo que viene. Quiero explorar más, conectarme con la raíz y seguir encontrando mi lugar a través de la música”, concluye.

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