Las canciones no combinan. Y está bien que no lo hagan. Funky Munchies, el primer álbum del músico y productor peruano Ginope, escapa de la idea de consistencia. Funciona como un paquete abierto de sabores mezclados, sin lista de ingredientes. Uno no sabe qué va a sonar después, pero la mezcla nunca se rompe. Valles-T no tiene nada que ver con Metalingüística, y Niña Dioz no responde a la lógica de Remik González. Aun así, todo se siente amarrado desde una energía compartida que no viene de las formas, sino de la intención.
Ginope no impone un molde a sus invitados. La producción de Funky Munchies se arma pista por pista, y no existe un plano común para todos. Hay temas que se pegan a la tierra, con frases crudas y beat bajo, y otros que flotan con samples sueltos y percusiones abiertas. Algunos tracks suenan espontáneos, otros parecen más contenidos. Esa irregularidad no molesta, al contrario, construye el terreno desde donde el álbum se defiende sin necesidad de explicarse.
El funk actúa más como lenguaje base que como género delimitado. A veces se combina con rap directo, otras con líneas de bajo que parecen sacadas de un ensayo. No hay nostalgia ni limpieza artificial. Lo que suena fue pensado para mantenerse con vida fuera del estudio, en contextos impredecibles: una feria callejera, un set improvisado, un parlante que no se conecta bien. Eso define el carácter del disco más que cualquier forma de presentación.
El trabajo de Ginope junto a Alejo León se nota en la elección de qué dejar y qué quitar. Ningún tema se siente ajustado para encajar. Tampoco hay un orden pensado para suavizar los cambios. Hay secuencia, sí, pero no una que busque guiar al oyente. Se construye desde la libertad que cada artista invitado ejerce al hablar desde su lugar. Esa libertad es lo que sostiene el disco y le da sentido sin volverlo uniforme.
Funky Munchies no parece armado para una sola escucha. Exige entrar y salir, parar, volver y encontrar detalles nuevos en voces, beats o quiebres. La música se acomoda al desorden, al cruce, al roce entre ideas distintas que no necesitan defenderse. Ginope estrena así un álbum que no se organiza para gustar, sino para sonar sincero desde donde fue creado.
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