Hiru: La fuerza de tres en un disco que rescata la luz propia

El álbum «La Esencia» de Hiru es un LP colaborativo que fusiona géneros como el rap y el jazz, expresando una profunda conexión emocional y autenticidad en sus letras, reflejando el crecimiento personal de la artista.

La Esencia” llegó a remecer el año y mejor que dedicarle a una reseña -aunque apareció en Artistas del Mes de abril, prefería mil veces poder hablar con la mente maestra de esta obra que, con una entrega íntima y que no desentona en ninguna de sus canciones, nos entrega un LP sólido que transita entre rap, R&B, jazz y soul.

Me imagino en el estudio de grabación, entre cables, teclados y hojas de letras garabateadas, Hiru ajusta el micrófono. Su voz —suave pero firme— repite un verso: “Tantos días nacen para partir de nuevo”. Esa frase, como muchas en su álbum “La Esencia”, late entre lo íntimo y lo universal. “La música es mi refugio”, confiesa, mientras sus letras se convierten en canciones que hoy resuenan como abrazos.

Amaia de Arteagabeitía bautizó su proyecto como Hiru, un poco tomando lo que casi fue el nombre que le quería poner su padre, y porque le hacía sentido frente a su propio ser: “descubrí que significa el número tres, pero en una página leí que era como ‘la que tiene la fuerza de tres’. Me sentí totalmente reflejada, porque siempre he tenido múltiples intereses, como varias formas de ser. Esa tripleta me identificaba mucho”.

A pesar de ser una palabra con significado en euskera, en japonés es “día”. En ese momento todo calzó, tanto por ser una cultura que le interesa además de que ve el proyecto musical como algo luminoso.

Este disco ha sido mi universidad”, admite. En el estudio, junto a Camilo Aliaga (pianista de jazz) y Ochet (productor y “cirujano de los controles”, como ella menciona), Hiru reforzó la idea de que la música es un acto colectivo. 

Fue hermoso. La esencia de este disco es algo que trabajamos entre tres. Aunque yo aparezca como rostro o líder, y sean mis canciones, siento que el trabajo es colaborativo. Las colaboraciones hay que recibirlas con ganas de aprender… o enseñar, quizás, pero sobre todo de aprender”.

Camilo aportó armonías exquisitas; Ochet, precisión quirúrgica en la mezcla. “Les decía: Chiquillos, si ustedes dicen seguir, sigamos. Yo confío”. Entre masters y reverbs, descubrió que la autenticidad no es un acto solitario: “Es dejar que otros pinten tu esencia con sus colores”.

¿Cómo mezclar rap, pop y jazz sin caer en el caos? Los géneros llegaron después. “Solo queríamos sonar a nosotros”. 

Por ejemplo, en ‘La lluvia cae’, la versión final tiene una intro instrumental y una voz superminimalista, casi como un susurro. Al principio, la pista empezaba con todo: la voz y la música entraban al mismo tiempo. Pero la canción pedía algo distinto, como si alguien te contara un secreto íntimo”. 

Para ella, los géneros son etiquetas útiles, no jaulas: “Ni el pop, ni el rap ni el jazz fueron un desafío, porque nunca los vimos como límites. Eran solo colores para pintar lo que ya latía”.

En ningún momento, durante su construcción, se cuestionó la autenticidad de la obra. No hubo miradas hacia las tendencias y todo nació desde lo que cada uno sabía y quería hacer, una muestra que refleja la capacidad artística personal. Aunque, “hubo momentos en que no podía dedicarle al disco el tiempo que yo quería, y eso fue lo más difícil”, explica la artista.

Respecto al disco: “Es 100% lo que soy y lo que queríamos crear juntos. Por algo se llama así: son canciones que escribí desde los 19 años, parte de mi crecimiento como artista y mi maduración como persona”. 

Las letras de Hiru son poemas disfrazados de canciones. La razón está en su familia: una bisabuela que declamaba versos en fiestas, un abuelo que escribía cuentos para ocasiones especiales y celebraciones. De ellos, personas tal vez anónimas para el mundo de referencias artísticas, son la poderosa fuente de una mente apasionada por las letras.

En el disco, las canciones eran superpersonales, parte de mi proceso de autoconocimiento. «La lluvia cae», por ejemplo, es un manifiesto íntimo. Hoy la sigo escuchando y me tomo en serio mis propias palabras: es como un cable a tierra en crisis, algo que me recuerda quién soy. También he escrito canciones de amor, intentando entender emociones hacia personas o situaciones. Eran letras que necesitaba sacar. No requerían esfuerzo; solo tiempo”.

Uno de los mensajes más potentes tras el disco y la artista, es el sueño de quien la escuche se sienta acompañado/a. Para Hiru, la música es un cable a tierra en días grises, y «La Esencia» busca ser eso: Un refugio. 

Este álbum nació desde ahí: rescatar mi propia luz, darme fuerza, acompañarme. Sueño con que quien lo escuche sienta esa misma compañía, esa chispa de ‘estamos bien o vamos a estarlo’. Hay canciones con mensajes directos —’tantos días nacen para partir de nuevo’, ‘sigue tu camino, ninja’, ‘yo te presto abrigo’—, pero más que palabras, es una sensación”.

Espero que Hiru pueda seguir creciendo y expresándose, a re-encontrarse con ese lugar y espacio para escribir, que el corazón plasme los sentires en el verso.


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