Ciudad de Tar lanza «Liminal»: señales desde una ciudad que no existe, pero suena

Es un álbum que funciona como un portal entre realidades, conjurando paisajes sonoros únicos, evocando lo desconocido y desafía la comprensión tradicional.

Hay discos que se escuchan y otros que se atraviesan. «Liminal«, el nuevo álbum de Ciudad de Tar, es de esos que funcionan como portales: entre el sueño y la niebla, entre lo que desaparece y lo que apenas se deja ver.

Conformado por Marco Avilez y José Tomás Molina, el dúo construye una música que parece llegar desde un lugar que no está en ningún mapa.

Las guitarras resuenan como ecos de radio perdida, mientras sintetizadores, clarinete, teclas y percusiones levantan paisajes que fluctúan entre lo minimal y lo monumental.

«Liminal» no suena a un disco tradicional: es una invocación, una coordenada brumosa hacia una ciudad imaginaria. En cada track, Ciudad de Tar aparece y se esfuma como una alucinación colectiva.

Quienes los han visto en vivo saben que hay algo más: una complicidad que se siente como secreto compartido, como si ambos músicos hubieran estado ahí, en esa ciudad imposible.

¿Y si Liminal fuera un recordatorio? De que lo desconocido aún existe. De que no todo debe entenderse. De que hay música que no busca explicar, sino abrir una grieta por donde asomarse.

Quizás Ciudad de Tar no existe. O quizás está esperándonos justo en el borde, donde la realidad pierde nitidez y los sonidos se vuelven territorio.


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