Fuwa lanza un álbum íntimo y melancólico que surge tras la muerte de su bajista, Kabir Bandak, fusionando dolor y amor en un diario sonoro de duelo.
La banda penquista Fuwa acaba de lanzar «Vestigios«, un álbum escrito en los dos meses posteriores a la muerte de su bajista y amigo Kabir Bandak, como un gesto íntimo y urgente de amor, despedida y memoria.
El disco reúne canciones nuevas y composiciones previas que fueron resignificadas en el proceso, manteniendo el pulso garage y shoegaze que caracteriza al grupo, pero con una melancolía que se filtra como reverberación en cada esquina.
Compuesto y grabado en solitario por Nicolás León, vocalista y guitarrista de Fuwa, «Vestigios» no suena a homenaje clásico, sino a diario sonoro de un duelo en tiempo real.
Guitarras distorsionadas, atmósferas densas, y una nueva aproximación rítmica en batería —inspirada en bandas como Ride— dan forma a un disco que no esquiva el dolor, pero lo convierte en algo compartible.
Uno de los momentos más conmovedores es “Lejos”, canción escrita por el propio Kabir antes de su partida. Su presencia, aunque ausente, atraviesa el disco como un eco vivo, una carta sin cerrar, un bajo que sigue latiendo en otra frecuencia.
Producido junto al ingeniero David Valenzuela, Vestigios es también una llamada de atención: Una invitación a hablar de salud mental, a cuidarse entre amigos, a decir lo que no siempre se dice en voz alta, pero que la música, a veces, sí puede decir.
Conformada por Nicolás León, Tomás Pérez, Luciano Sierra y la memoria irreemplazable de Kabir Bandak, Fuwa entrega con este disco un “hasta pronto” que duele, pero también abraza. Un vestigio que, más que ruina, es rastro de amor.

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