Te apuesto que has pasado por esta situación: Por equis motivo llegas a una canción (algoritmo, recomendación de cercanos, alguna nota que te pillaste por ahí) y la escuchas una vez. Está buena, bien, dejas pasar el tiempo y la escuchas de nuevo. Algo cambia, un saborcito añadido que no tenía antes. Pasa otro poco, la agregaste a tu playlist y reproduciendo de forma aleatoria te topas con ella. Ahora estás perdidamente enamorado/a de ella y la escuchas en bucle.
Este relato basado en hechos reales es lo que me pasó con Dance Dance Cochayuyo! que sólo lo escuché por el nombre tan pintoresco y tan propio, para meses después estar vacilando cada sencillo que ha lanzado Cabro Artico que, poniendo las manos al fuego, es una de las propuestas más interesantes en torno al beat actual en Chile.
A lo que también me lleva a hablar del Kawaii Future Bass, aunque tal vez no sea el subgénero exacto para su trabajo, pero me recuerda a muchos discos del estilo, aunque Porto Sirena (2021) bebe mucho del bossa-nova y el lofi, y Plaza Viva (2021) recuerda mucho al teclado sereno y buenas vibras de In love with a Ghost.
Sin embargo, aparte de hablar del proyecto, mi obsesión acá es Dance Dance Cochayuyo! y cómo en pocos minutos es capaz de transmitir euforia y excentricidad sin perder el buen ritmo y armonía. El Kawaii Future Bass, estéticamente, es el lado “bonito” del Future Bass de toda la vida.
¿Qué cresta es el Future Bass?: “Sintetizadores desintonizados, acordes de séptima, líneas de bajo ásperas, percusión sincopada con hi-hats de ritmo rápido y una atmósfera melódica y despreocupada” es la definición que le da la comunidad de RYM, en la cual confío porque la obsesión que tienen por la música ya es casi de estudio.
El Kawaii Future Bass toma estos elementos de su género madre, muy enraizada en la cultura del animé y los videojuegos. Este movimiento tomó mucha más fuerza en la década del 2010, sobre todo por plataformas como YouTube y SoundCloud. Lo estéticamente bonito del subgénero es que sus sintetizadores, por lo general, están inspirados en el chip tune, con una variación suave y con más uptempo.
Es por eso, aunque el beat esté adornado por múltiples elementos, sigue sin perder un orden o un sonido agradable, sobre todo cuando el saxo irrumpe Dance Dance Cochayuyo! y a mi entender, lograr eso no es fácil. Porque sería fácil tomar una manga de instrumentos y sonidos, tirarlos a la juguera (imaginaria, obviamente) y que de ahí salga algo con coherencia.
Aunque parezca que hay demasiados elementos en la canción, la buena ejecución y la atención a los detalles para que no desentonen, hace que la obra reluzca aún más. Por lo que escuché en Spotify este estilo no es el predominante de Cabro Artico, pero me encantaría escuchar más experimentando por esos lares.
Porque le da versatilidad e innovación a su trabajo, y debería tomarse en cuenta estos géneros que no aparecen muy seguido en los medios de comunicación por ser más de nicho. Pasar del bossa-nova, al lofi para reventar con ese chute de adrenalina llamada Dance Dance Cochayuyo!, es un proyecto más que digno a tomar en cuenta y seguirle la pista.
Ahora que las generaciones están mirando con mucho menos desdén la cultura del animé y los videojuegos, ¿por qué no te relajas un poco y disfrutas este beat?
Puedes escuchar y seguir a Cabro Artico en los siguientes enlaces:

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